Dime, hermana mía, por qué las hojas de otoño vuelan
solitarias.
Dame el por qué del viento que las sopla con
inteligente delicadeza.
Y no olvides añadir, cuál es la razón de los tristes
álamos en la magnífica noche;
ese inmenso manto que me devora en mis inermes
horas; consume estos fatigados ojos.
Dime, hermana, cariño, cuál es mi tipo de soledad:
si es de aquellas de iglesia, ponzoñosa, transitando por las venas de mi ser,
o si es de esas soledades suicidas, de tomar un
puñado de pastillas o en la bañera cortarse venas.
Añádeme, con tu dulzura de miel, el motivo de mis
paseos solitarios a plena luz del día por las edificaciones que ha hecho el
hombre en su tonto sistema.
En la sangre derramada sobre el lavamanos, en mi
mirada, que del dolor se pone colorada
Por último, en el clímax del amor, hermana, revélame
si tendré acogida en tu pecho, en pos de hundirme en ese tierno núcleo al que
nombras corazón.
DarkDose
03/04/2014
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